Las callecitas de Buenos Aires...


Tienen ese no se qué y no se cuanto. Y mientras tanto, tienen nombre.

(uno)
Posibles definiciones acerca de Antonio
"Gramsci fue un revolucionario profesional desde 1916 hasta su muerte. Durante todo este período insistió siempre en la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad a través de la derrota del Estado capitalista".

"Mientras que Marx subrayaba la importancia de las condiciones objetivas de la revolución ,Gramsci desarrolló, en un periodo posterior, aprovechando la experiencia de la revolución soviética, la teoría del consenso como teoría subjetiva de la revolución socialista. Sin el acuerdo de la sociedad, no se puede realizar con éxito la revolución ni mucho menos verificar el dominio de la clase obrera como hegemonía moral y política(y no como imposición violenta). Este consenso debe lograrse mediante el trabajo ideológico. De ahí el importantísimo papel que Gramsci atribuye a la intelectualidad en su teoría de la revolución socialista".

"Donde otros desdeñaron la cultura, Gramsci la utiliza como herramienta de sometimiento y posibilidad de cambio"

"Gramsci era un preso simpático que se la pasaba escribiendo"


Como ven, todos admitimos más de una mirada.

(dos)
La rosa es rosa porque es la rosa
¿Dónde vivimos tiene que ver con de dónde venimos? Antonito Gramsci insistía que si. "Cada calle, cada plaza, cada monumento lleva en su nombre la huella de una hegemonía gobernante. No hay nombres ingenuos, no hay casualidades toponímicas"

Buenos Aires tiene mucho que decir al respecto. Las grandes avenidas han sido adjudicadas a los unitarios, perdedores en la batalla pero ganadores en la ideología reinante en una ciudad que nunca le sentó demasiado el tema ese del federalismo. Mientras Rivadavia, General Paz, Lavalle, Alvear y Soler se reparten algunas de las arterias más concurridas, Rosas y Facundo Quiroga luchan por no caerse de la Guia Lumi.

Muchos años antes de Philip Kotler, varios se dieron cuenta que no importa quien gane las batallas, sino quien las cuente.

Las callecitas de Buenos Aires tienen ese no se que(tres)
...de todos los pueblos del mundo

Que cosa rara esto de los países. ¿Se dieron cuenta que las calles con nombres de países europeos no son tan importantes? Hay Venezuelas, Chiles, Mexicos, Uruguay, Paraguayes... pero Alemania mide tres cuadras, Italia es circular y Francia se cae del mapa.

¿Será acaso que no somos tan europeizantes como creíamos? No se apure aparecero, Europa aparece en Buenos Aires. Pero como espacios verdes. Plaza Italia, Plaza Irlanda, Plaza Alemania, Plaza Francia... estamos llenos de arbolitos europeos. Ahí América pierde la ventaja. Plaza Uruguay es un espacio de 15m2 en Lugano (ahhh Lugano y la bella suiza!).

(cuatro)
Perón no muere en el Naval

El Contraalmirante Umpierrez se presentó en la oficina de Facundo Suarez Lastra. Intendente de la ciudad por cuenta y orden de Alfonsín. Encaró la reunión como una acción de guerra. Se encontró a Facundito hablando premeditada y casualmente por teléfono. Llego hasta el escritorio y sin esperar que el intendente corte, pego con el puño sobre el laqueado escritorio oficial: "¡Perón no va a morir en el hospital naval!" dijo con esa voz que sólo le salen a los marinos más gorilas cuando hablan del tirano profugo. Hizo la venia, junto sus talones en un golpe seco y se retiró sin volver a mirar a Suarez Lastra quien pasmado dejó la conversación con la punta ciega de su auricular. Dos semanas despues, en la ordenanza del Concejo Deliberante que resolvía nombrar a la calle Cangallo, de ahora en adelante como Juan Domingo Perón, se explicitaba en el apartado dos, que a una cuadra del Hospital Naval, en Rio de Janeiro, la calle pasaría a llamarse Cangallo. Parece que los marinos, como Pinochet, leyeron a Gramsci.

(cinco)
Nómbrame y concédeme la potestad

Los nombres nos persiguen, nos definen. ¿Qué pensaría el General Manuel Adolfo Rodriguez si se enterase que para los porteños ha pasado a llamarse "ManuelA Rodriguez"? ¿Estará contento el traidor a la democracia Luis María Guido con la privilegiada avenida que le regalaron sus amigos de la oligarquía en la zona mas chic de la Recoleta? ¿Habrá servido cambiar a un canciller británico como Canning por un pensador nacionalista como Scalabrini Ortiz? ¿Que proeza realizó el ignoto Coronel Diaz, alguna licitación quizas? Las calles nos definen y contienen. Y uno repite sus nombres infinidades de veces, calendario tra calendario. Gramsci desenmascaró el juego y desde WT nos preguntamos... Hay Roosvelts, Lincolns y De Gaulles, hay Aramburus y Cantilos... ¿Para cuándo una calle para Antonio Gramsci? Seguiremos en la espera, con la guia lumi en la mano y la filcar en el bolsillo del pecho de la camisa.
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Presente


Todo concluye al fin
El presente es quizás la definición más engañosa del tiempo.
Presente es lo que hace un instante llamabamos futuro y ya es pasado. Queremos vivir el presente (el momento en que estás, claro...) y nos quedamos encerrados en una selva tropical de futuros compuestos y pretéritos pluscuamperfectos.

-¿Sigue con el tiempo, aparcero?

-Es que es un tema imponente...

-Hable del pronóstico del tiempo al menos. ¿Sigue la lluvia?


Si, llueve. Y sigue dos días más.

Volvamos al asuntito este del tiempo... recargado.

Nada puede escapar
Enter the kilombos fontNada puede escapar del universo Matrix. Los hermanos Wachowsky nos han demostrado en la secuela Matrix Reloaded que hasta las aberraciones y disquisiciones pseudofilosóficas forman parte del entramado.

"Welcome to the Matrix" era el tagline de la primera película. La segunda muestra más claro a que juego se refiere: "Free your mind" se asemeja a un libro de Deepak Chopra. En Revolutions se cierra el circulo: "Everything that has a beginning has an end." Eso ya lo había dicho Vox Dei... y encima con musica de fondo para fogones.

Todo tiene un final, todo termina
La saga de Matrix sin embargo, parece querer escaparle a las máximas que se autoimpone. Asume que no tiene principio y niega entonces la capacidad del final. Neo, el heroe más tonto de la historia de las historias (incluso supera a la proverbial falta de cerebro de Superman quien pasa tres años en smallvile sin darse cuenta que puede volar, o Luke SkyWalker que tarda dos peliculas y pico para darse cuenta de algo que todos sabemos... Dart Vader es el pequeño Anakin) se convierte en la tercera y ¿última? parte de la saga en un NeoMesíasJesúsFashionPornoStar que decide arriesgar todo en busca del amor.

Tienes que comprender, no es eterna la vida
Desde su look de monje shaolin preparado para ir a la creamfields, Neo sabe que todo termina (Le dice a Smith "Esta noche todo acabará") pero sabe que no es así. Quedarán años de packaging, merchandising y ganancias por derechos de autor. Neo vive en los lentes, los profilácticos y hasta en las red pils que te sacan de la realidad. En creamfields la vendían a 20 pesos el par. Prometían extasis con trip lisérgico.

Todo viaje tiene su sponsor.

¿Qué es la matrix?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es la matrix?... ¿Y tú me lo preguntas?
"La matrix eres tú." Gustavo Morpheus Becquer

El llanto en la risa, allí termina
Matrix Reloaded parece un casamiento. Sí, un casamiento como el de tu primo. Primero se come una mesa de quesos, despues los novios bailan el vals, despues primer plato, luego la tarantela, luego el plato fuerte, pasamos al rock, luego postres, carnaval carioca y cafe con leche... todo eso con tinto tobara en el medio. Definitivamente un cross al estomago.

Matrix comparte esa escencia: un poquito de pelea pseudodigital, otro poco de filosofía apocacríptica, y vuelve a empezar el baile. o la mesa fria.

Creía que el amor, no tenia medidas... o dejas de creer, tal vez otra mujer
Un premio para Ray Ban y sus anteojos super vendidos...Ahora, que en Revolutions el tema sea el amor... deja muchísimo que desear. Ojo, no tengo nada en contra del amor... al reves, me declaro un confeso copartícipe de esa especia tan escasa. Pero una cosa es el amor y otra cosa es la mirada de hollywood acerca del mismo. Digan lo que digan, Meg Ryan y Billy Cristal me parecen adorables en ese jueguito, pero Keanu Reeves y Carrie Ann Moss... ¡Prefiero hasta a Darín y Soledad Villamil!

Cuanta verdad hay en vivir solamente el momento en que estaaaaas
Nada tiene que envidiarle Soule a Keanu...Digamos lo que digamos, pese a sus obviedades, a su desconexión entre lo que dice y lo que muestra, pese a sus chafedades intrínsecas, Matrix llegó para clasificarse a sí misma y generar un nuevo standart de producciones neomísticas. A los níveles de masividad donde no llegaron William Gibson, Philip K. Dick y Orson Scot Card, llegaron los hermanitos "macana" Wachowski. Se lo ganaron a pulso con sus travellings en seco y su adaptación popular de los mitos techno. Habrá que ver que viene ahora, que harán despues de semejante suceso.

Desde esta columna, humildemente les pedimos que vivan el presente, que wastedtalenteen un tiempo, y que vuelvan por más. Para odiarlos, para discutirlos, para admirarlos. Salú hermanos, la pegaron de lleno.

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Tiempo

Tiempo muerto
Los sponsors del actual viaje de Diego Armando Maradona a tierras de la China se quejan de lo difícil que es fijar fechas y horarios determinados para el campeón mundial de 1986, ya que Maradona, "tiene una noción del tiempo en especial mala", según informó el diario de Beijin Beijing Yulexibano

Los chinos son lo más. Sarcasmo puro. Como dice mi amigo Esteban: "Si todos los chinos del mundo sarcasman al mismo tiempo, el mundo tiembla" Aun así, los habitantes del sol yaciente lograron lo que muchos intentaron y nadie logró. Ser sutil al hablar de Diego.

Y del tiempo.

Porque si hay algo inasible, eso es el tiempo.

Time out
Tiempo al tiempo, no hay constancia hasta que no se acaba. Y sin embargo se mueve. Día a día se nos acaba el tiempo y mañana a mañana hay tiempo de sobra. Hay tiempo de siembra y tiempo de cosecha. Tiempo que no te veo y Veo que no te tiempo.

-¿Qué le pasa Humilde Escriba? ¿No sabe de que hablar?

-No querido Inquisidor... no es eso, solo quiero hablar del Tiempo

-¿Por qué no se fija en la inseguridad? ¿no vió que acaban de secuestrar a un pibe en Le Parc?

-Pero el tiempo es inabarcable...

-Usted si que tiene tiempo para decir pelotudeces ¿eh?


Tiempo de cambios
Luisana Loreley Lopilato nació el 18 de mayo de 1987 en Buenos Aires. Su familia esta compuesta por su mamá, su papá y dos hermanos. ¡Le gustan muchisimo los animales! ¡En realidad los adora! Tiene un perro, dos gatos, un hamster, un conejo y dos ratitas de laboratorio. Mide 1.68 y es una chica muy inteligente y bonita. Sus amigos la llaman Luli. Su comida favorita es el pollo al horno y su cantante favorito y amor platónico es Luis Miguel. Tambien le gusta mucho cantar y bailar. Sus películas favoritas son Los otros y Titanic.

En Dulce Luisana encontramos esta fascinante y ansiosa descripción de Luisana, la pre-post-pim-pum-adolescente que canta eso de que "el tiempo está a favor de los pequeños". O aquello que el tiempo de cambio... bueno, eso.

Sigamos con los extractos de este adorable sitio: Conserva la inocencia de una nena. Luisana Lopilato con sólo 15 años está en ese tiempo donde las mujeres se debaten entre ir a tomar helado con sus amigas o pasar la tarde en la peluquería. En el último año su vida cambió. No sólo porque su cuerpo adquirió curvas insinuantes y provocativas, sino que además su carrera como actriz estalló..

Consulté con uno de mis alumnos de periodismo que está al tanto del caso (no, no trabaja en espectáculos, sólo ve "Rebelde Way"). Su respuesta fue terminante: "Lo único que le estalló a la pendeja es el corpiño".
Mutis por el foro...

Atrás en el Tiempo.
Chau. mañana vemos Nos .aspiradora la con Rosa Pantera la de universal remake una en mismo si a engullirse para curva se espaciotiempo el que Ya .tiempo queda no ,espacio queda no si Y . especulaciones para espacio queda No .nota la de final el es Este
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Errores usuales



Castigos ajenos y licor de ajenjo se juntan para anunciarles. que Wasted Talent ha recuperado su ritmo diario (pero no periódico) y sera revisitado en sus pantallas cotidianamente.

Espero que hayan disfrutado de esta semana tan rala, porque se viene con todo el derroche de desperdicio... Los saluda desde Bombay (Nueva Delhi no suena tan Parsi)
el Humilde Escriba
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Números enteros

Uno
Uno es uno, y ahí se acaba. Uno con su carga y sus pesares. Uno busca lleno de esperanzas, uno se propone. Y a la noche, uno (o una, claro está) uno y su circunstancia tiran los huesos en alguna cama perdida. Con suerte, hay una gata que ronronea al pie de la almohada, pero uno es uno, de eso no hay duda.

Dos
When uno meet una bien podría llamarse. Pero se llama dos. Y de a dos es distinto. ¿No? Dos es esperanza que rejunta. Dos pícaros con suerte, dos tortolitos... esos dos...

Pero dos, no es uno al cuadrado. Dos es uno mas uno. Y eso de sumar no es facil. Sumar va en contra de la entropía reinante en el universo. Recuerdenlo mis desperdiciados amigos, lo único que combate contra las fuerzas entrópicas en este mundo, es el amor.

"All you need is Dos" dijo el poeta. Y los poetas no se equivocan. O no deberían.

Tres
Dos está bien. Pero sin amor, no alcanza... ¿no? Y como dicen todos menos el poeta, no hay dos sin tres. El tres viene por motivos extraños y su prenda es indefinible.

Oh no... ¡No me digan que el Humilde Escriba de WT va a preguntarse qué es el amor!

Huyamos, falta un parrafo para que nos pongamos azules y cantemos con los ángeles.

Cuatro
Ellos dos, el amor y yo contándolo... Les dije que huyan, ya no es mi responsabilidad.

La ayuda del poeta, nuevamente es inevitable:

Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas


El matemático podría decir entonces que amar, es despejar una incógnita en esa ecuación maula que lo tiene a maltraer. Pasos + Silencios + Palabras sobre Pensamiento es igual a la palabra huidiza, a la formula del amor.

La fórmula es forma hecha rúcula.

La rúcula es un poco ácida, quizas algo amarga, pero nos gusta mucho... como uno (o una, claro está) que yo conozco.

Y estamos más cerca.

Cinco
Cinco es un número muy grande para tener que ver con el amor. Sin embargo cinco segundos bastan para enamorarse. Y para eso ni siquiera necesitamos dos.

El ciego lo sabía demasiado. Quizas por eso prefería cerrar los ojos. En ojos que no ven, no entran moscas.

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir
Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.


Seis
Seis son multitud, casi una situacion orgiástica. Seis en inglés, si no es sexo, le pega en el palo. Cinco segundos bastan para enamorarse, seis para pelearse. Porque el amor y la pelea se llevan de la mano. Amar es morir un poco, llorar otro tanto y pelearse el resto. Y es el momento donde uno escucha Leonard Cohen, se pone la remera de Robert Smith y relee a Pessoa. Pelear por amor, batallando en una trinchera diaria de malentendidos y espacios grises. Pelear al amor hasta hastiarlo, agobiarlo, echarlo de la santísima trinidad para que queden nuevamente Dos.

Y luego uno (y una, claro está).

Siete
Siete satánicos días. Siete es tiempo de más. Cuando el tiempo se acabó hace rato. Siete nos lleva a la triste y temida conclusión de perogrullo. No se puede vivir con/sin amor (tache lo que corresponda). Siete nos hace pensar en pecados y absoluciones. Siete es tu forma escondida, de costado. Pero el amor se nos vuelve a escapar. Lo teniamos definido... y cambia otra vez.

Amar es una insólita lujuria
y una gula voraz, siempre desierta.

Pero amar es también cerrar los ojos,
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo
como un río de olvido y de tinieblas,
y navegar sin rumbo, a la deriva:
porque amar es, al fin, una indolencia.


Ocho
Ad infinitum. Te amo es la única palabra que se puede repetir hasta que el colectivo del universo llegue hasta la otra cabecera. Si, teamo como un mantra sin comienzo ni final... teamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamo y sigue en un vibrato profundo hasta despertarse desorientado en habitaciones extrañas.

Nueve
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.
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La primera jugada del partido


Este es el segundo (el primero es "Socios"de la serie de relatos publicado por Wasted Talent acerca del fútbol. La serie se llama "Nitti, y a vos quien te juzga y forma parte de un libro de relatos próximo a aparecer (por ediciones WT). Espero que les guste y lo disfruten como he disfrutado escribirlo. Abrazo
Mariano WT

Todos queremos (y creo fervientemente que todos deberíamos tener) un día de gloria. Un instante mágico en donde todo nos sale como debería salir. Hace diez años ya, estuve a un paso de esa gloria. Todavía sueño con ese momento de tanto en tanto.

No soy un virtuoso. Tampoco un técnico. No tengo el consuelo siquiera de ser un defensor implacable. Si bien corro bastante rápido y cuando estoy en estado aguanto lo que sea, tampoco soy un motorcito al estilo Simeone.

Soy de esa raza que pasa por las canchas con andar frágil y desgarbado, supliendo con sentido de la oportunidad la falta de virtudes antes enunciadas. Y por si fuera poco, las oportunidades que tuve tampoco fueron muchas.

Bien, ya lo dije. Exorcicé el primero de los fantasmas que acosan a un hombre como yo. No soy -y nunca seré- un gran jugador de fútbol.

He metido goles, sí. Muchos de ellos ayudado por mi posición habitual (bien arriba, de punta, abierto contra una de las líneas preferentemente la izquierda aunque sea diestro), la mayoría de rebote, como quien no quiere la cosa o estirando el pie entre el zaguero y el palo, casi flotando. Pocas definiciones contundentes, pocas cucharitas sobre la cabeza del arquero. Doy siempre una imagen displicente que, cuando no sos el Panza Videla o Gorosito, queda definitivamente para el culo. Si me apuran y me obligan a compararme con alguien el pobre elegido podría ser Mauro Airez, un siete que pasó por Argentinos e Independiente a principios de los noventa para emigrar al fútbol portugués. Su gol mas recordado fue jugando para Independiente: el arquero saco de su arco con tal violencia que al rebotar en la puerta del área en la espalda de Mauro la pelota escribió un globito que terminó adentro del arco. Así que imagínense. Si ese es el original, que podía quedar para la tercera copia carbónica.

Esa es mi cruz y no se la deseo a nadie. Hubiese dado unos años de mi vida por jugar como Riquelme... es más, no hablemos de jugadores de primera, no necesitaba tanto, cuanto hubiese dado por jugar como Diego Feld o Diego Ghigliazza1, amigos míos que cuando querían dar un pase de veinte metros o pisarla y salir jugando, lo hacían y ya.

Era en el año 1991 y la secundaria comenzaba a desdibujarse para dale paso a otras experiencias. Los últimos meses del año fueron de todo menos académicos.. Nadie nos pedía nada en el colegio y nosotros le explicábamos a los padres que era “un descansito antes de la Universidad” Si hubiese sabido en ese momento que la Universidad iba a ser un descansito permanente en el bar de la facu, quizás me habría sentido un poco más culpables por ese vacío que duró desde el viaje de egresados en septiembre hasta el mayo del año siguiente.

Nuestro grupo de amigos, cansado de descansar, fue una usina de ocurrencias estúpidas pero que en ese momento sonaban grandiosas.

La primera fue maravillosa: Armar una banda de cumbia. Ninguno de nosotros sabía tocar nada pero hicimos ensayos y todo. Tenía un nombre bastante pasable... “Juan Oscar y sus Petardos Azules”.

¿Cómo, no tienen ustedes el disco a mano? ¿No bailaron acaso durante veranos enteros con nuestros hits? ¿No llevan remeras con nuestros nombres? Hacen bien, a las dos semanas del nacimiento la banda dejó de tocar. Fue una perdida para el arte pero ya estábamos embarcados en otro proyecto.

Alejandro Sciarrillo vino con la idea. “¿Y si armamos un equipo posta y nos metemos en la liga del Najera?” Ale vivía en Mataderos y si bien no era el líder del grupo era al que se le ocurrían los delirios más grandes. Él había armado la banda de cumbia e incluso le puso el nombre. La liga del Najera era (y es) una de las tantas ligas amateurs que juegan los fines de semana en Buenos Aires. Las canchas están detrás del Barrio Najera, en el Bajo Flores al costado de la cancha del Deportivo Español y son más de 60 equipos divididos en cuatro categorías. Ex jugadores, pibes voluntariosos y carne vencida de las inferiores juegan semana a semana en partidos a muerte con las hinchadas pegadas a la línea de cal. Cuando Alejandro vino con la idea del equipo sus ojos brillaban en un rapto profético.

-Hueso –así me llamaban–, soñé que armábamos un equipo, pero un equipo en serio, de cancha de once, con camisetas y pantaloncitos. Íbamos a jugar a un campeonato y lo ganábamos de punta a punta. Estaban Diego Feld, Diego Ghiggliazza, Mariano Molina, Adriancito... estaba hasta el portero de tu edificio, ¿cómo se llama? Eso, Roberto. Camisetas celestes y pantalones negros, como los uruguayos pero más oscuras... tipo las suplentes que usó la selección en México. ¿Me seguís?
–Si te sigo ¿y que más soñaste? ¿Que jugábamos contra el Milan?–le respondí, herido porque no me había nombrado en el relato.
-No no... cazá bien esta. Vos estabas ahí.
-¿Ah sí? –me hice el desinteresado pero por dentro hervía de placer. Será un sueño pero no quería quedarme afuera- ¿y de qué jugaba?
-No boludo... vos eras el técnico.
El golpe fue grande, esa no me la esperaba. De un plumazo no sólo me había borrado del equipo sino que me decía entre líneas lo que nadie quiere oír: Sos horrible. Alejandro se dio cuenta enseguida y la trató de arreglar. El daño ya estaba hecho.
-Pero técnico posta, elegir los jugadores y todo eso –siguió-. Además, vos te desgarraste en el Cerro Catedral y todavía no podes jugar.
La última frase vino acompañada con un apretón en el hombro. Es cierto, durante el viaje de egresados haciendo culopatín sobre la nieve me desgarre el aductor derecho, pero los dos sabíamos que era una excusa. La verdad de la milanesa era una sola: no daba para una liga. Pero por otro lado lo pensé bien y no estaba mal el asunto de ser el DT. A un técnico se lo respeta, además era casi como un técnico de selección, no me imponían los jugadores sino que podía elegirlos entre la gente que conocíamos. Tenía un solo vedado, el sueño de Alejandro me lo había adelantado, yo no jugaría. Pero perdido por perdido decidí llevarle la corriente. Total, era una charla de pura paja en la hora de geografía.

–¿Y que más? ¿Soñaste como íbamos a jugar? ¿Era un sueño bilardista o menottista? –lo gasté.
–No, de eso nada, pero falta lo mejor –susurró con los dientes apretados–, tengo el nombre del equipo.

Walter Gardeazabal, que se sentaba al lado de Alejandro se enganchó a nuestro sueño. Se la había pasado escuchando desde el principio haciéndose el gilún pero cuando salió la cuestión del nombre no pudo aguantar y lo cortó a Ale.
–Como... ¿Cómo se llama?
Alejandro lo miró casi con desprecio, el pescado había venido a interrumpirle el clima que había creado con su visión profética. Tomó aire para intentar recuperar algo de suspenso y disparó.
–¡20 de Octubre!
Mi cabeza se puso a revisar archivo por archivo. No era el cumpleaños de él, tampoco de su viejo (quien sabe, en una de esas le quería hacer un homenaje) ni ninguna fecha patria aparente. El apurado de Gardeazabal le salió al cruce enseguida mostrando la hilacha de preguntador precoz, sin darse cuenta que cuando uno tira algo así lo único que quiere es que los otros adivinen, no que pregunten una y otra vez que pasó. Alejandro se iba acomodando en el pupitre con una media sonrisa y las cejas cada vez mas cerca del pelo. Lo estaba gozando, pero yo no le iba a dar por vencida esta... seguro que lo sabía.

Ya sé... –dije devolviéndole la sonrisa como quien canta una contraflor al resto- no se como no me avive antes... es la fecha patria por antonomasia, el nacimiento de una nueva era –ya estaba lanzado y el que tenía ahora al misterio debajo de la suela era yo– el día que reverenciaremos por los siglos de los siglos: El nacimiento en un hospital de Villa Fiorito de... ¡Diego Armando Maradona!
–¡Eeeeexacto! –festejó Alejandro tan fuerte que hasta la sorda de “La Maniglia” dejó de hablar de isobaras e isotermas para mirarnos a nosotros.
–Huesito, tenemos que hacerlo, es un mandato del Diego –imploró.
–Tenés razón, ya mismo me pongo a armar la lista.

La lista fue fácil. Una suma cerebral de todos los pibes que la rompían en el Urquiza de Flores más algunos vecinos de la cuadra y amigos de mi hermano. Es como si te dan mil millones de dólares y te dicen: “Armá el equipo de tus sueños” Era un equipazo, salvo Pablo Guede que para esa altura alternaba con la primera de Español, todas las figuras futbolísticas que conocíamos a nuestro alrededor estaban adentro.

Nos anotamos en la semana siguiente después de haber juntado las firmas, como faltaban dos semanas para el torneo nos fuimos a jugar unos partidos de entrenamiento al Parque Avellaneda. Agarramos un rejuntado de pibes y le dimos el pesto: 7 a 1. Al sábado siguiente a una familia entera más unos tipos que paseaban por ahí les metimos 9... Éramos imparables.
Y cuando el mosquito se pone a arar y dice “éramos” es porque me había tragado la de DT. Todos me escuchaban y el equipo tomaba forma.

Hasta que llego el día. El día.
Estrenamos las camisetas que compró la vieja de Ale con guita de la Unidad Básica del padre. Tan lejos no había estado, el equipo no se había llamado 20 de octubre como homenaje al viejo, pero la camiseta llevaba en el pecho la leyenda “UB 17 de Octubre, Sciarrillo Conducción”. Otra vez más los nexos del fútbol y la política quedaron expuestos. A mí me parecía raro que las camisetas vengan de arriba pero como decía el Gordo Martín, “a caballo regalado no entran moscas” y la verdad que el único problema fue hacerle poner la camiseta a Miguel Fleytas, radical furioso hijo de un viejo puntero de barrio que terminó usándola con la condición de pegarse una foto de Irigoyen en la manga.

Y ahí estábamos nomás, veinte hombres en búsqueda de un sueño compartido, como en las viejas semblanzas deportivas de los noticieros cinematográficos de la época de Perón, algo asi como: “El Equipo cumple, Feuer Dignifica”. Y entonces apareció el otro equipo, la alegría era completa.
–Che, estos son más viejos que Matusalén –susurró Adriancito desde sus dieciséis temporadas en el mundo- tienen como 30.
–En cada pata –le contestó Diego–, a estos los matamos con el físico, hay que correr la cancha.
–Eso –me interpuse ocupando el lugar para el que había sido invocado por el sueño de Alejandro–, salimos a abrirles la cancha, quiero un equipo compacto... la última línea atentos a Mandi para salir al orsay. Los dos Diegos, cuando uno la tiene el otro se desmarca. Vos Picho siempre pedila arriba que con la altura los matas. ¡¡¡Vamos que no nos pueden ganar eh!!!

Y así, después de decirles toda la sarta de pelotudeces que se me habían ocurrido, salieron a la cancha para comérselos vivos. O eso creíamos.

El baile de los jovatos fue memorable. No me acuerdo cuantos metieron porque a los diez paré de contar. Todas las jugadas nuestras morían en los pies del cinco de ellos, un tipo de cuarenta y cinco años que por el aplomo y la ubicación –bien parado en el diome–, parecía Pipo Rossi. Y cada pelota que pasaba por Pipo, en dos o tres toques terminaba en nuestro arco. Todo, pero todo ¿eh? Nos salió mal. Cuando ya íbamos tres cero abajo a Mandi se le ocurrió gritar: “¡¡Salimos!!” Salieron todos, pero el canoso que iba con la bola siguió solito solito, sin dar pase alguno. A no ser que como Renato Cesarini, consideremos el gol como un último pase a la red.

El viejo Cesarini, Griguol, Labruna... todos los fantasmas caían sobre mi cabeza y me exigían que revierta el resultado moviendo el banco y yo lo único que podía hacer con el banco era moverlo unos metros para que no moleste. Chistes aparte, nada funcionaba como debía. Cuando trate de meter al hermano de Adrián (el mayor del equipo, un treintaañero muerto por el faso pero que metía pierna fuerte para parar al equipo del PAMI) nadie quería salir. Tuve que llamar tres veces desde la línea para que salga el Gordo Martín. Al final cuando el árbitro amenazó con echarlo si no salía se fue por la línea directo hacia los bebederos y me dirigió un sutil: “Hueso la rechoncha de tu hermana”. Hermana no tengo y con la suya, una rusita pecosa no me entretengo ni en pedo. Además, tenía problemas más graves como por ejemplo rearmar el equipo después de que el hermano de Adrián, haciendo uso de su conocida pierna fuerte nos dejó con diez a los cinco minutos de entrar.

El partido terminó porque siempre terminan en algún momento, pero la verdad que pareció eterno. Encima cuando estaban todos tirados en el piso discutiendo la derrota se acerco “Pipo” con otro mas de los contrarios a calmarme con una gastada paternal.
–No se preocupen pibes, son jóvenes... tienen que calmarse y crecer un poco nada más. Es cuestión de jugar como equipo. Mírennos a nosotros, algunos ya estamos más cerca del arpa que de la guitarra, pero la seguimos moviendo ¿eh?
–Y sí... –le conteste como cuando se dice eso porque es lo único que se te ocurre que no termina en madre.
Viejo culeado... encima cuando se iba, se dio vuelta y con una media sonrisa ladeada, como si fuese a quedar en la tapa del Gráfico agrego.
–Acordate que lo que tiene que correr es la pelota, no el jugador –y guiñando un ojo hizo mutis por el foro.

El sueño profético de Alejandro se iba por las cañerías y el espíritu del Diego nos abandonaba en el momento que más lo necesitábamos. La verdad que lo que había pasado era más que obvio. Más allá de la calidad de los jugadores, no teníamos un equipo sino un rejuntado dos picados de parque no alcanzaban para el nivel de la liga. Para colmo más de la mitad nunca había jugado con botines y un par ni siquiera habían pisado la cancha de once. Una cosa es moverla en el gimnasio del colegio y otra muy distinta era salir a cruzar al wing contrario cuando tu compañero más cercano esta como a veinte metros.

Nos fuimos calientes con la idea de volver con más furia el siguiente sábado, cosa que hicimos con dignidad y valentía. Pese a no ser los veinte del plantel –algunos habían desertado por no haber jugado ni dos minutos en la goleada, entre ellos Miguel Fleytas que se excusó con un “Mirá Hueso, yo la camiseta peroncha no me la quería poner... pero encima para quedarme todo el partido sentado haciendo campaña menos que menos” –, el equipo consiguió un honroso 1-4 con un memorable gol de penal de Diego Ghigliazza a los 23 del segundo tiempo cuando íbamos dos a cero y un tiro cerquita del palo de Roberto, el portero del edificio.

Dos partidos más llegaron y se fueron sin victorias. Sólo un empate arañado 1 a 1 ante el que hasta nuestra llegada era el peor equipo de la liga como satisfacción. Cuando llegamos al último partido del grupo, contra los que iban primeros ni siquiera llegábamos a armar equipo. Y ahí, contra los mejores de la zona es donde entra en escena mi “día casi perfecto”.

–Che, no somos ni once –dijo Diego mientras contaba las cabezas–, mejor ni entramos... encima contra los de Newbery que clasifican primeros.
–¿Pero quién carajo falta? –susurré con bronca. Con el pasar de los partidos el grupo se había descascarado, mi Dream Team se había convertido en una pesadilla de las fuleras.
–Todos –terció Ale–. Faltan los Trippicchio, Peluca y mi primo Andrés.
–Bueno Hueso, entra vos –dijo Diego.

Varios se miraron pero nadie objeto nada. Además, ¿para qué? Si clasificar no se podía, el torneo terminaba y lo peor que podía pasar era que en vez de quince nos metan veinte.

Mi cabeza ardía. Me moría de ganas por entrar, pero no quería ser el chivo emisario del asunto. Lo pensé dos segundos y acepté.

–Voy de puntero izquierdo –dije–, no sé si sirve pero hacemos número.

Me dedique a moverme y elongar un rato, el partido estaba a punto de empezar cuando me acerque a Ghigliazza y le dije al oído: –Pico por la izquierda hasta el fondo ni bien saquen, mira el espacio que dejó el tres. Diego miró de lado y me guiñó el ojo. Hace cinco años que nos conocíamos y de todos los amigos con los que jugaba, era con el que mejor me entendía en la cancha, uno de esos tipos que cuando te tiran un pase están tratando de sacar lo mejor de vos en vez de mandarte al muere. Él sabía cual era mi límite, qué tipo de jugadas mejor ni intentarlas y en cuáles servía. En fin, todo un conductor.

Un segundo antes de que Ale le diera el pase a Diego yo me lance a correr como un desesperado. Mi truco había funcionado: ya sea por el típico acomodamiento del comienzo o porque el tres de ellos no leyó la jugada, yo tenía un corredor de 15 metros de ancho descubierto. Corrí mirando para adelante, fichando hacía el arco cuando escuche el grito delator.

–¡¡Hueeeeeeeesoooooo!!

Los oídos me martillaban, las piernas seguían en su carrera junto a la raya y ya no me quedaba tiempo para hacerme el boludo... la jugada era mía y todo por boquear con Diego. Uno hace eso para que después, cuando la jugada es otra, levantar los brazos y mirar hacia atrás con cara de “¿No viste que estaba solo?” y volver con honra a tu campo... pero el “plan A” había fallado, sólo quedaba tratar de pasar la menor vergüenza posible.

Miré hacia atrás por la derecha, a la distancia estaba Diego levantando la mano, el pase ya había salido y mi única esperanza para evitar el bochorno, desaparecido: Venía exactamente hacia donde yo estaba, no era un gran pase, sólo era un pase excelente.
Escuche el grito del arquero hacia su defensa “¡A ese que se va!” y lo vi nomás al famoso tres abriéndose desde el medio. Era morocho, bajito y la verdad, bastante fiero, corría todo tensionado como si fuese Robocop en máxima velocidad. Cuando lo tuve a dos metros me encontré con su respiración acelerada y sus ojos virando al rojo.
A todo esto la pelota seguía su curso. Pasó por encima de mi hombro y pico dos veces en el pasto, el momento de la verdad había llegado: sabía que ahí, en el primer toque era donde más podía cagarla. Si zafaba, después podía tirar un centro de mierda o ser trabado por el petiso y el honor habría quedado salvado, pero si le erraba ahora, me enredaba las piernas o simplemente se me iba, todo ese rollo de meterme en el equipo iba a ser reprochado por años. Me imaginaba tarjetas de Navidad del tipo: “Que tengas un buen año... vos, tus hijos, tus nietos y esa pierna derecha del orto que nos cagó allá en la liga”

La toque con el empeine y salió hacia adelante, lo suficiente como para no tener que puntearla de nuevo pero sin el riesgo de que se vaya por el fondo: la operación había sido un éxito, ahora el resto era ir por la gloria.

Quizás todo lo que hice desde ese momento esta marcado de alguna manera por ese día. No se si estaría escribiendo relatos de fútbol si no tuviese bajo la manga un as como este. El centro fue impecable, soñado, único en mi galería histórica de centros. Fue de zurda, pierna que no manejo tanto (aunque creo ser ambidiestro, le pego mal con las dos piernas), fue combado. Mientras avanzaba por el impulso después de pegarle la vi salir como hacia el arco y doblarse para dentro después. Fue perfecto, en altura y en trayectoria, inclusive en utilidad: por el centro venía avanzando nuestro nueve, un flaco del barrio, amigo del Pupy que al ver la pelota aprovecha el impulso con el que viene y salta sobre la marca para conectar el cabezazo.
Hasta el salto fue perfecto. De costado, mirando hacia la izquierda de donde venía la pelota, con las piernas abiertas como el Enzo en uno de sus últimos goles, cerrándolas en tijera en el momento de pegarle con el parietal derecho.

No entró. Eso es lo primero que puedo decir. El cabezazo fue perfecto, el arquero no pudo hacer nada, la pelota dio en el travesaño cerca del ángulo, picó para arriba y fue embolsada por sus manos en la caída.

El reconocimiento fue unánime. Nada mejor que volver a tu campo con los aplausos y los “¡Así!” “¡Buena Hueso!” y demás de los pibes. Detrás se escuchaba al arquero contrario gritándole a Robocop “Te dije que lo agarraras, pegatelé y que no se te vaya”. Y uno camina así, como displicente, tratando de que no se note el esfuerzo en tus pulmones, levantando la mano y sacando una sonrisa.

¿Piensan que me alargué demasiado? Entonces deben ser uno de eso agraciados que cuando quieren frenarse y salir jugando para el otro lado, lo hacen. El 95% de los hombres argentinos los envidiamos, pero les decimos que nunca vas a saber lo que es para nosotros hacer un buen centro o un gol de cabeza. Vagamos por el fútbol encontrando oasis de alegrías en los desiertos de angustia.

¿Cómo salió el partido? Ni me acuerdo, nos golearon, creo que 5 a 1. Mi participación en los restantes 89 minutos fue nula, el petiso me siguió hasta mi casa. Bah, nula no... creo que la pelota del quinto gol me la roban a mí, pero de eso no me acuerdo. Además, era goleada igual y creo que ni se dieron cuenta.

Todos queremos (y creo fervientemente que todos deberíamos tener) un día de gloria, a veces pienso que este fue el mío, otras me levanto pensando que en algún solteros contra casados, o jugando con mis hijos dentro de unos años me esta esperando mi día perdido.
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Soy Leyenda

¡Qué parecido que es Matheson a Aristarain!Richard Matheson es un escritor que hizo muchos (cientos), muchos (pésimos) muchos guiones, cuentos e incluso novelas.

Richard Matheson es autor de una obra maestra.

Richard Matheson escribió "Soy Leyenda".

Breve afinación de la orquesta
"Soy Leyenda" la va de una historia de vampiros. O dice ir por ese lado. Detras de la desesperada lucha de Robert Neville por salvarse de una horda de vampirops asesinos se encuentra una novela sobrecogedora.

Concisa y contundente, no le sobra ni una coma en sus ciento ochenta páginas de bolsillo (hoy en día ni se la consideraría novela sino cuento largo). Matheson escribió su primera novela enla norteamerica de 1956, mientras McCarthy tronaba buscando comunistas debajo de las alfombras. La ciencia ficción tenía una responsabilidad cultural sobre esa cacería de brujas: historias como de LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS (1956) o INVASORES DE MARTE (1953) hablaban de ese "peligro rojo" que venía a invadir y destrozar el American Way of Life. Invasores que robarian sus cuerpos y destrozarían aspectos tan diversos como el hot dog, las navidades y el buen lucro capitalista.

Obertura
No es esa la linea de "Soy Leyenda". Robert Neville es un treintaañero normal, dolorosamente cotidiano, que por motivos que no nos serán del todo aclarados (ni importan) se ha convertido en el último hombre vivo sobre la faz de la tierra. Epa... la soledad no es un mal tema. ¿Se imaginan que harían si se despiertan mañana y no hay nadie más? Pero nuestro amigo Neville no esta sólo... Sus camaradas de mundo ya no son humanos. Son vampiros. Convertidos por un virus salido de algún extraño laboratorio (¿Remember Bush y su espora del Anthrax?), parte de la población muere para resucitar, en el cuerpo grisaceo del vampiro.

Segundo movimiento
Los argentinos deberíamos leer mas ciencia ficción: Matheson escribe en el ´56 pero situa su novela en Marzo de 1976. De día, nuestro solitario heroe recorre casas buscando ataudes para clavarles estacas. La diferencia es abrumadora: hay un sólo humano y decenas de miles de vampiros. Y ese es un sólo pueblo... ¿Qué habrá mas alla? De noche los protagónicos se invierten, los vampiros salen y rodean la casa de Neville, incitándolo a abandonar su inutil cruzada. "Rindete Neville... estas sólo" le grita Ben Cortman, su ex-vecino y lider de los vampiros. Otras criaturas de la noche merodeaban nuestras calles. En marzo del ´76 eramos leyenda, y ni siquiera lo sabíamos.


Finale
¿Qué es un monstruo? ¿Quién asusta a los niños de quién? Neville va perdiendo fuerza en su cruzada, a lo largo de la novela, se desliza progresivamente la convicción de que conceptos como normalidad/anormalidad o valores morales como bien/mal no son más que conveniencias adoptadas para una sociedad con todas las virtudes y carencias de los seres humanos.

La sociedad vampírica impone sus propias pautas y es capaz de vivir en armonía con ellas. La resistencia de Neville se torna por momentos patética y sin sentido...

Musica de títulos
Nunca pensé que iba a alegrarme porque Arnold Schwarzenegger fuese electo gobernator de California. Cada uno tendrá sus motivos y se que me arrepentiré pronto que los dos cargos electorales más importante del imperio sean tomados por un borracho fachista y un consumidor de anabólicos nazi. Sin embargo que Arnold ocupe ese puesto hará que se aleje la chance de que interprete a Neville como tenía pensado. Eso le haría muy mal al fútbol... convertir un canto a la libertad de cambiar en una película-de-cuenta-vampiros-muertos-hasta-la-vista-baby hubiese sido demasiado.

reprise
Escribir un buen libro justifica años de trabajo mediocre. Escribir un libro excelente, borra de hecho todo el resto. Eso es lo que une a los boxeadores y escritores: No importa lo mal que uno lo este pasando... una piña bien dada y la gloria es eterna. Matheson dió esa piña con "Soy Leyenda". Salgan corriendo a la librería, pidanlo a un amigo (no a mi, es un libro que yo nunca devolvería) o robenlo de Yenni (está escondido entre la bazofia de Ursula K. Le Guinn) pero leanlo. Y sean leyenda. Por los tiempos de los tiempos.

Y amén.
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Socios


A lo largo de la vida uno se encuentra con socios futboleros de diversa índole, los hay de tribuna, de café, de cargadas en el laburo. Pero hay otro tipos de socios, están los que son socios en la cancha, los que te tiran el pase justo, aquellos con los que decidís jugar de entrada en un picado. A lo largo de mi vida tuve varios de esos compañeros. He aquí mi homenaje a los sacrificados que me hicieron jugar un poco mejor de lo que juego.

El fútbol como todo juego de equipo, vive del espíritu de grupo, pero se alimenta de las pequeñas sociedades. Como bien dijo Valdano, las pequeñas sociedades se dan adentro de la cancha. Dos o tres jugadores bastan para transformar un picado mediocre en el más apasionante de los juegos. Y no es solo físico, son dos emociones, dos pensamientos latiendo a través de la misma pelota.

Bochini y Bertoni en el Sarmiento
¿Cómo es el momento en donde se deja de correr detrás de la pelota y se pone a jugar algo parecido a lo que se ve en la tele? No lo se, pero si recuerdo el dónde y cuando: Fue en el patio del Jardín Preescolar Sarmiento a finales de 1978, con cuatro años recién cumplidos. Se acercaba el fin de año y los chicos de mi grupo, los chupetines (ese es el nombre que la dirección del jardín había reservado para la sala de 4 años) nos íbamos a quedar la noche entera con los indiecitos de la sala de 5. El plan era excitante... campamento en el jardín durmiendo en la salita, guerra de linternas y el tradicional partido anual entre la sala de 4 y la de 5.
Decían por los pasillos que en los dieciseis años de tradición findeañera, sólo una vez los chupetines le habían ganado a los indiecitos en el lejano verano de 1965. Para el ´78, esos bravos chupetines deberían estar entrando a la universidad y a esta altura ya peinan las primeras canas. Seria maravilloso encontrarme ahora con alguno de ellos, los héroes del Sarmiento.

Uno de los maestros hacía de arbitro. Nos habían pintado en las remeras los números y usábamos los equipos Adidas azul oscuro con las tres tiras a los costados, el uniforme de todo aquel que haya sido niño en los 70.

Los de la sala de cinco eran mas grandes, no se si es el tiempo pero los recuerdo como unos mastodontes similares a los Yaks esos búfalos gigantescos de la estepa canadiense. Jugaban pintados, como indiecitos que eran. Ante nuestras caras pasaban gritando y tapándose la boca en el clásico uauauauauauuaua made in John Wayne mientras nos aseguraban que no íbamos a salir vivos.
Seguramente sospechan de algún ardid de mi parte para darle calor al relato, en sus conciencias de adultos responsables quizas no recuerden lo que es ser chicos. ¿A que edad uno se plantea sin culpas cosas como descuartizar grillos pata por pata, decirles a nuestra hermana que es adoptada o pegarle a otro solo porque tiene un juguete que nos gusta? ¿En qué otro momento somos tan crueles como en nuestros primeros pasos? Bien, parece que estos indiecitos eran de los peores, unos estirados satánicos que estaban a punto de entrar en la primaria y nosotros, unos chupetines de guardería en busca de un líder.

¿Y como se podía llamar nuestro líder sino Diego? Mi primer socio futbolístico fue Diego Feld. Con el tiempo se convertiría en un flaco alto y desgarbado y se dedicaría al diseño gráfico, pero a los cinco años era lo más parecido que existía en mi mundo a Ricardo Bochini. Y claro, yo no era otro que su fiel Bertoni. Según dicen los tíos borrachos en reunion familiar la cosa viene de lejos. Nuestros padres son amigos desde hace años y jugaban básquet y fútbol en los clubes del barrio. Parece que el esquema era el mismo... Feld de manija y Feuer de definidor ciego. Ser el manija del equipo esta bien. Hay respeto alrededor del puesto. Es como en esas películas yankis que pasan los sábados en donde el QuarterBack es el protagonista y se lleva a la líder de las porristas a la cama antes del segundo corte comercial. Ser la manija esta bien siempre. Es bueno cuando las cosas salen bien y es mejor cuando salen mal, la culpa siempre es del que recibe, de aquel que solo tiene que poner el pie para que la pelota entre.

Nos juntó en el patio abajo del mastil y desde la épica de sus cuatro primaveras nos arengó hacia la victoria. No habló con palabras emotivas, no era ese tipo de líderes, si era lider era por el juego, por calidad y no por emoción o coraje. Era el Bocha, hasta se paraba parecido.

A riesgo de cruzar la borrosa línea de la credibilidad el partido fue excepcional para las edades de los protagonistas. No hubo una catarata de pelotas entrando en los arcos, tampoco 25 almas corriendo detrás de la pulpo. Cuando promediaba el segundo tiempo los indiecitos ganaban 1 a 0 con un gol de rebote. Los minutos pasaban pero el resultado no. Miles de veces la pelota estuvo a unos centímetros de la línea del arco chupetinero y miles fueron los rechazos. Los maestros se divertían y entre corrillos jugaban apuestas... Doce años después, viendo a Goycochea y Simón rechazar los embates de Careca en ese partido-milagro del mundial 90 me vino a la mente nuestro arquero chupetín tirado encima de la pelota con un malón de indios a sus flancos. No tengo imágenes pero si sensaciones: nos estaban cascoteando el rancho como correspondía.

Mentira. Si tengo imágenes, una al menos que no me abandona en los días de pesimismo. Pase cruzado de Diego, desde la mitad izquierda de la cancha. No me mira, no lo necesita. Sabe que estoy ahí. Sabe que vengo entrando por la derecha con toda la rapidez que permiten las piernas en formación. Sabe que es el empate. Sabe que es histórico. Sabe también, por algún giro retorcido de su información genética , que lo voy a errar. Creo que hasta se alegra por eso. Sabe que la gloria si entra será compartida y sabe mejor que nadie que las culpas caerán sobre el pie derecho de su devoto Bertoni.

No entró. Me pegó en el empeine y pico hacia el mural que engalanaba el patio, cerca del sol pintado con carita sonriente. Las polaroids son frescas, como si fuesen recién tomadas. El solcito se ríe, el Bocha se agarra la cabeza, creo que me insulta. No importa, peor es el sol burlón y desangelado. Da ganas de patearlo con los fulvencitos sin tapones. No por chico uno es bobo, sabía lo que me estaba diciendo ese rictus en la pared. Es muy duro comprender en los tempranos cuatro que el fútbol se había convertido en una cosa de la cual mejor hablar que hacer, escribir a disfrutar. Fue sólo un pantallazo, luego seguí jugando y hasta el día de hoy lo sigo intentando. He errado mas goles hechos entrando en diagonal a medio metro del arco de los que he metido pero he metido algunos de antología en las posiciones mas descabelladas. Me especialice en hacer difícil lo facil e imposible lo obvio.

Al mediodía vinieron los padres a buscarnos. A rescatarnos del rito de iniciación que habíamos superado. Daniel y Jorge vinieron juntos como buenos amigos. Ellos formaban parte de la comunidad del Jardín, sabían sus códigos y leyendas. Lo primero que preguntaron fue el resultado del partido. Diego llevó la voz cantante... "uno a cero papa... nos ganaron por poquito. Mariano se erró un gol hecho de un pase que le di". Jorge con una sonrisa en la boca lo miró a mi viejo y se la metió de emboquillada: ?Hay cosas que no cambian gordo eh? Pasan las generaciones y se siguen mandando las mismas cagadas...?
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